¿Qué te gustaría olvidar?
Según recientes investigaciones, para borrar de la memoria aquello que nos atormenta, sólo hay que desear que desaparezca
Desde la tierna infancia
"Tratar de olvidar a alguien es querer recordarlo para siempre”, dice una sentencia popular. Algo similar les sucede a los protagonistas de la película Olvídate de mí, Joel y Clementine (Jim Carrey y Kate Winslet), una pareja que decide, cuando la relación no funciona, borrar de sus mentes todo lo que vivieron juntos, toda huella del otro. Lo hacen mediante una máquina diseñada por un científico, que localiza los recuerdos en el cerebro y los destruye. ¿Quién no desearía hacer algo similar? ¿Cuántos llantos, cuántos novios/as, cuántas traiciones, mentiras y dolor querríamos apartar de nuestras vidas? Pero ¿cómo conseguirlo?
¿Cómo hacer que se borre para siempre aquello que nos atormenta?
Según recientes investigaciones, si queremos evitar recordar algo, quizá baste con desearlo. Eso, al menos, sostiene un estudio estadounidense publicado en Nature. Sus autores, Michael Anderson y Collin Green, de la Universidad de Oregón, han descubierto que esforzarse para olvidar es una garantía para conseguirlo. Como diría Freud: “La esencia de la represión reside simplemente en apartar de la vista algo y mantenerlo lejos de la conciencia”.
Los investigadores pidieron a 32 voluntarios que memorizaran un grupo de palabras, agrupadas por parejas. La asociación entre ellas era artificial: por ejemplo, experiencia muy dura junto a cucaracha. Acto seguido, les dijeron a algunos de ellos que intentaran olvidar algunas. Pasado un tiempo, les pidieron a todos que recordaran la lista completa, pero los que se habían esforzado en olvidar fueron prácticamente incapaces de hacerlo, incluso aunque se les prometiera dinero a cambio. Habían, como diría Freud, “reprimido” sus recuerdos. Se trataba, además, de una represión selectiva, puesto que sólo olvidaron aquellas palabras que se les había pedido que olvidaran, no el conjunto. En un editorial sobre este trabajo, publicado en la propia revista, Martin A. Conway, de la Universidad de Bristol (Reino Unido), sostiene incluso que hay un sistema de represión en nuestro cerebro, formado por entre el 20 y el 30% de las neuronas del córtex cerebral, cuya misión es limitar la actividad del resto de neuronas; es decir, impedir el recuerdo.
¿El cerebro elige?
Los investigadores han ligado este hallazgo a una posible explicación de los casos de amnesia selectiva relacionados con fuertes traumas emocionales, como ocurre en algunas víctimas de abusos en la infancia, agresiones violentas, atentados, etc. Según sus tesis, el cerebro puede “elegir” olvidar. Pero quizá haya otros mecanismos implicados. Los recuerdos traumáticos –escribe José María Ruiz-Vargas, de la Universidad Autónoma de Madrid, en su obra Memoria y olvido– pueden jugar dos papeles contradictorios: por un lado, en ocasiones, “tienden a ser persistentes […] y, al mismo tiempo, parece que a veces podrían ser ‘reprimidos’ y permanecer completamente olvidados un tiempo indefinido”.
Es lo que se llama amnesia psicógena respecto al trauma, y sus explicaciones han sido muchas. Hay quien defiende, como Anderson y Green, la represión; hay quien pone el acento en mecanismos “ajenos” a la memoria. Algunos aseguran que esa amnesia es fruto del estrés emocional, que obliga a disminuir la atención y, por tanto, a debilitar el recuerdo. Está demostrado que el estrés libera en nuestro organismo sustancias con efectos potenciadores (epinefrina) e inhibidores (opiáceos) de la memoria.
La contradicción del trauma en nuestra memoria –es decir, que puede, como señalaba Vargas, o bien recordarse con extrema exactitud, o bien olvidarse completamente– queda, así, resuelto: el estrés es el culpable en uno y otro caso. Pero aún no se sabe, como recalca este experto, “bajo qué condiciones se libera un tipo u otro de sustancias”.
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Me gustaria olvidar la vez que me dejo mi novia...
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