Especial para Marcianos y Lunáticos
Lo llevamos en la sangre. Al salir de África para poblar el mundo, no conocíamos la rueda. Ahora tenemos cohetes, y ha llegado el momento de volver a salir de casa.
¡Agua va!
Marte se ha convertido en el gran objetivo de la conquista espacial. La ESA y la NASA han probado que tuvo mares, y ahora buscan vida.
Era un caluroso mes de julio, 1997, cuando la NASA recibió una fotografía que cambiaría la historia de la carrera espacial (abajo, a la izquierda). La enviaba la sonda que en ese momento estaba cartografiando el Planeta Rojo, la Mars Global Surveyor. Era sólo una fotografía del suelo marciano, pero ¡qué fotografía! Lo que mostraba era una zona (el Sur) con abundantes cráteres provocados por meteoritos, junto a otra con escasas huellas de impactos (el Norte). Los sesudos investigadores de la agencia espacial vieron muy pronto que había una sola explicación para ello: la zona con pocos cráteres tenía que haber estado cubierta por un océano durante millones de años; sólo el agua líquida podía haber detenido los impactos. ¡Agua!
Evidencias biológicas
Hacía muchos años, los investigadores habían concluido que, para encontrar vida, había que buscar agua. No se trata de un juego de palabras, sino de una evidencia biológica. La vida, tal como la conocemos –la de la Tierra, la única por el momento– necesita obligatoriamente del H2O para desarrollarse. Los datos más recientes de la Agencia Europea del Espacio (ESA) han confirmado investigaciones anteriores de la NASA: en Marte hay agua. Ahora se trata de explorar el planeta, para buscar vida. Pero que quede claro que lo que los científicos esperan encontrar no son hombrecillos verdes con platillos voladores en lugar de automóviles. No; los investigadores opinan que puede existir, o haber existido en algún momento de la historia del planeta, vida microscópica, probablemente muy rara y, seguramente, en el subsuelo. Pero vayamos por partes.
La razón de que se piense que en la superficie no puede haber bicho viviente está relacionada con las características del Planeta Rojo. Se considera que Marte es autoesterilizante. Es decir, que la conjunción de la enorme radiación ultravioleta que recibe del Sol –más próximo a él que a la Tierra–, la gran sequedad de su suelo y la capacidad oxidante de los compuestos que existen en su superficie no pueden permitir la existencia de vida. Eso, unido a otras pequeñas “incomodidades”, como que la temperatura varía entre 20ºC (máxima) y -140ºC (mínima), que su presión es mil veces menor que la de la Tierra y que su atmósfera está compuesta en más de un 95% por dióxido de carbono.
Y la otra parte, la de que es muy posible que, de existir o haber existido, debe haber sido muy rara, también tiene que ver con esas características. Durante muchos años –o lo que es lo mismo, hasta hace sólo unas decenas de ellos–, la ciencia pensaba que la vida se desarrollaba exclusivamente entre unos márgenes bastante estrechos de temperatura, presión, salinidad, etc., pero resulta que no es así.
Los investigadores han descubierto que la vida es mucho más resistente de lo que ellos creían, y esos antiguos márgenes han ido alejándose muy deprisa. Ahora se sabe que existe vida en condiciones antes impensables. Y eso hablando sólo de la Tierra, es decir, de la vida asociada al carbono tal y como la conocemos. Pero, ¿y en otros planetas?
Marte está aquí
Podría ser similar a algún extremófilo de los hallados en la Tierra. Estos seres, que reciben un nombre tan extraño, son microorganismos que se desarrollan en condiciones extremas; es decir, son los que han demostrado que los márgenes de la vida son mucho más anchos de lo que se creía.
Pero lo cierto es que no se sabe, y hay un problema para la comprobación: Marte está muy lejos. ¿O no?
Según los investigadores que trabajan en programas sobre Marte, rotundamente, no. Marte está aquí mismo. “Es importante saber que casi toda la investigación sobre Marte que se va a hacer en los próximos años se hará en la Tierra”.
Eso no quiere decir que la información de las sondas sea despreciable. Esos datos sirven para trabajar aquí, para estudiar la composición del Planeta Rojo, analizar su estructura, su clima, su relieve, su atmósfera y todo lo que puede influir en la presencia o no de seres vivos. Una vez conocidas esas características, los investigadores buscan localizaciones en la Tierra que sean similares –se las conoce como análogos–, y se ponen a trabajar en ellas. Buscan los microorganismos que habitan esos análogos, y los escrutan para entender sus metabolismos. Y eso será lo que busquen en Marte.
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