Relato Erótico: Juguemos con los juguetes
Vanesa y Johanna son dos amigas adolescentes que nunca se han separado desde que coincidieron en el parvulario. Eran un paquete indivisible, si una se apuntaba a una actividad, la otra no tardaba dos días en apuntarse también.
Vanesa es una adolescente rubia de ojos marrones. Sus pechos llamaban bastante la atención de todos los chicos del colegio. Y Vanesa no hacia nada por ocultarlos, sino que la camisa del uniforme del colegio la llevaba bien desabrochada dejando un buen escote a la vista.
Johanna es morena de ojos negros grandes. No tiene un gran escote pero su gran trasero firme provocaba que muchos se dieran la vuelta al pasar a su lado.
Pero ellas no se preocupaban por los chicos, estaban tan ensimismadas la una de la otra, que sólo se preocupaban de que cada día fuera mejor que el anterior. Sus travesuras, sus anécdotas... entretenían tanto sus vidas que no se preocupaban de tener pareja.
Llegó el verano y como de costumbre Vanesa y Johanna se trasladaron a la casa del lago de los padres de Johanna. Todos los años los padres de ambas también se juntaban en aquella casa para disfrutar y celebrar el verano y las tan merecidas vacaciones. Pero este año, las circunstancias laborables no se lo permitieron, las vacaciones no habían sido concedidas y sólo pudieron disfrutar del verano en aquel hermoso lugar las dos hijas.
Vanesa y Johanna estaban encantadas por fin iban a tener un verano para ellas solas sin que sus padres estuvieran entrometiéndose en sus conversaciones o intentando boicotear sus planes de travesuras. No es que fueran niñas, pero sus travesuras acababan siempre teniendo buen fin, aunque sus padres nunca confiaran en ellas.
Lo primero que hicieron al llegar a aquella casa fue cambiarse de ropa, ponerse el bikini y dirigirse a la enorme piscina con vistas al lago a tomar el sol. Después de varias horas nadando en la piscina y de haberse quedado dormidas escuchando música bajo el sol, comenzó a refrescar y la primera en despertarse fue Vanesa.
No quiso despertar a Johanna y se dirigió al interior de la casa sin hacer ruido, a tomarse una ducha para quitarse todo el cloro de la piscina.
Ya estaba dentro de la ducha cuando escuchó la puerta del baño abrirse. Sabía que era Johanna, por fin se había despertado y se imaginaba que estaría esperando su turno.
Pero no sucedió así.
Johanna corrió la mampara de la ducha y se metió junto a Vanesa bajo la ducha. A Vanesa en un principió le sorprendió pues en su intimidad siempre se habían respetado mucho y nunca se habían llegado a ver completamente desnudas.
- No te sorprendas Vane, no es nada de otro mundo. Sólo nos estamos duchando juntas. No pongas esa cara de asustada que no estamos haciendo nada malo -Johanna cogió el gel y echó un poquito en su esponja rosa, con la cual comenzó a masajear su cuerpo suavemente enjabonándolo. Cuando toda su parte delantera estaba llena de espuma, se giró y le pidió a Vanesa si podía enjabonar su espalda. Vanesa aceptó y comenzó a restregar la esponja tímidamente en la espalda de su amiga.
Poco a poco Vanesa fue relajándose y comenzó a acariciar con la esponja todo el cuerpo de su amiga. Primero tenía miedo, luego lo vio como algo normal, pero ahora Vanesa estaba excitándose al repasar el torso de su mejor amiga con aquella suave esponja. Vanesa se concentró en enjabonar los pechos de Johanna. Con la esponja dibujaba círculos en sus tetas y cuando los pezones de Johanna estaban erectos del todo, la esponja bajó rápidamente hacia la entrepierna.
Restregaba de adelante atrás, la esponja entre las piernas de Johanna, Vanesa no sabía lo que estaba haciendo ni lo que estaba pasando, solo sabía lo que estaba sintiendo y era placer al ver a su mejor con cara de morbo. Deseaba besarla pero no sabía si Johanna lo aceptaría, pero aún así, se atrevió y la besó.
Besaba a su mejor amiga con pasión, con amor. Como si se hubiera hecho realidad el mayor de los deseos de ambas amigas. Sus cuerpos sentían escalofríos de placer al besarse y Johanna se sentía enloquecer con la esponja entre sus piernas.
La esponja cayó al suelo.
Ambas se miraron y sus manos se dirigieron a sus vaginas. Una le daba con sus manos placer a la otra. Se tocaban y jugaban con sus clítoris, excitando y calentándose entre ellas.
La pasión y el subidón que sentían hizo que se enjuagaran y salieran rápido de la ducha para dirigirse a la cama de matrimonio de los padres de Johanna. Una vez allí, Johanna se tumbó sobre Vanesa y no tardó en tomar los pezones de esta entre sus labios. Vanesa jadeaba de placer y Johanna movía sus caderas sobre la vagina de su amiga.
El ambiente estaba caldeado, las amigas desnudas,tumbadas en la cama y mojadas, besándose y tocándose haciendo que se disfrutaran la una de la otra. No tardó el momento en llegar la postura del 69, se chupaban de una manera especial, dándose el placer que necesitaban. El placer que jamás ningún chico les podría llegar a dar nunca. Se conocían perfectamente y sin saberlo, también se conocían en los gustos en la cama.
Las lenguas lamían los clítoris, y los dedos entraban y salían de ellas. Lo que ellas estaban sintiendo en ese momento no se podría explicar nunca. Era como volar sobre una nube.
Johanna se apartó de Vanesa y abrió el cajón de la mesita que había al lado de la cama. Allí había bastantes juguetes eróticos que sabía Johanna, que sus padres usaban algunas noches.
-¿Jugamos con los juguetes eróticos de mis padres? -Preguntó Johanna a su amiga excitada, que asintió con la cabeza.
Sacó un gran consolador y pulsó el botón poniéndolo en marcha. Aquel consolador con forma de pene enorme comenzó a moverse de un lado a otro y a vibrar con velocidad. Johanna lo colocó sobre el clítoris de su amiga y ésta no tardó en gritar jadeos de placer. Luego sacó una especie de consolador doble que se lo colocó dentro de ella y activó el mando a distancia dosificando la intensidad de la vibración.
Vanesa acabó sentándose encima de Johanna provocando que con el peso los consoladores entraran con mayor profundidad. Las dos chillaban y se besaban para acallar sus gritos. Sudadas de placer. Vanesa tiraba del pelo fuertemente de Johanna, mientras que ella le agarraba su culo apretándolo de tal manera que le dejaba una marca roja.
Llegaron al orgasmo a la vez, no separaron sus bocas, ni sus lenguas. Cayeron rendidas y empapadas en un profundo sueño.
Cuando despertaron quisieron disculparse pero finalmente acabaron haciendo el amor nuevamente con aquellos juguetes dándose placer.
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