Mary Shelley, el retrato cinematográfico de la mujer que creó a Frankenstein

frankenstein shelley

Pocos monstruos han sido llevados a la gran pantalla tantas veces como el creado por una de las escritoras más importantes de la literatura universal. Frankenstein o el moderno Prometeo se publicó por primera vez en 1818 y desde entonces no ha desaparecido de las librerías y las bibliotecas de medio mundo, ni tampoco del celuloide. La novela, que entrelaza temas como la moral, la creación y la soledad, plantea a un joven médico que decide crear a un nuevo ser vivo a partir de la unión de diversas partes procedentes de varios cadáveres. A ese monstruo, del que su creador reniega nada más verlo, se le ha otorgado popularmente el nombre de Frankenstein pero en realidad este no es el verdadero nombre del monstruo, sino que es el apellido de su creador: Víctor Frankenstein. Es más, en ningún pasaje de la novela se menciona ningún apelativo propio para denominarlo sino que simplemente se le califica como monstruo.

Pocas veces los lectores reparan en este detalle, al igual que tampoco lo hacen en la historia que se esconde detrás de la creación de la obra. Es la maldición de las grandes obras literarias: una vez que alcanzan este estatus, nadie se cuestiona su origen. Eso es quizás lo que pasó por la mente de la directora de cine Haifaa Al-Mansour cuando decidió plasmar la dura historia de la escritora de este clásico.

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Foto: Wikimedia // CC BY-SA 3.0

Mary Wollstonecraft Godwin, conocida como Mary Shelley tras su matrimonio, estuvo marcada siempre por sus orígenes. Hija de los famosos escritores Mary Wollstonecraft y William Godwin, Mary sintió la pasión por la escritura desde muy pequeña. Sin embargo, contar con dos reconocidos literatos como progenitores no siempre fue positivo pues tuvo que hacer frente a una sombra de la que jamás pensó que llegaría a librarse. Sin embargo, si algo realmente marcó la vida de Mary fue su condición de mujer. En pleno siglo XIX los derechos de las mujeres eran muy diferentes a los que existen en la actualidad, es más, en algunos lugares se las consideraba como una propiedad: ya fuera de un padre, un hermano o un marido. Pocas eran las que triunfaban en circuitos exclusivos de hombres como lo era la literatura, y las que lo hacían siempre estaban rodeadas de escándalos que terminaban por deslucir la calidad de sus obras. La madre de Mary es un claro ejemplo de ello.

A pesar de todo, Mary Shelley siguió los pasos de su madre y no se dejó influenciar por el pensamiento de la época, luchando desde muy joven por ganarse un hueco en el mundo de las letras. Este combate contra la sociedad, contra aquellos que la rodeaban y también, en parte, contra sí misma y sus prejuicios, es lo que da fuerza a la película de Haifaa Al-Mansour. Una cinta que no podría llegar en mejor momento, cuando el movimiento feminista ha alzado la voz más alto que nunca para que los logros de las mujeres sean visibilizados como se merecen. Una necesidad que se viene sintiendo desde algunos sectores desde hace ya años, poniendo en práctica diversas iniciativas que buscan otorgar a las mujeres el reconocimiento y el lugar en la sociedad que se merecen. La cinta dirigida por la directora árabe es una de ellas.

En poco más de dos horas de metraje el espectador se empapa de la vida de esta escritora británica. Una existencia marcada inexorablemente por su relación sentimental con el poeta Percy Shelley, con el que se fugó de la casa de su padre cuando apenas contaba 16 años. Poco le importó a Mary que el poeta estuviera casado y tuviera ya descendencia, para ella lo importante era el amor que se profesaban mutuamente. Unos sentimientos que fueron perdiendo fuerza con el paso de los años y que acabarían por inspirar la novela que todos conocemos hoy en día. La directora nos muestra la evolución de Shelley, interpretada por Elle Fanning, desde esa adolescente marcada por la muerte de su madre y que duda de la calidad de sus escritos (en la cinta los califica como “nada memorable”) a la igualmente adolescente que exige poder publicar su obra con su nombre. Y es que no hay que olvidar que Mary Shelley publicó Frankenstein cuando rondaba la veintena, aunque la idea ya vagaba por su mente desde hacía más tiempo, después de que en unas vacaciones en la casa de Lord Byron el poeta romántico propusiera una competición para entretenerse en la que todos los presentes debían escribir una historia de fantasmas. Sin embargo, la primera edición de su obra no fue publicada bajo su nombre sino que la obligaron a hacerlo de manera anónima y con la condición de que su marido Percy escribiera un prólogo, de tal forma que todo el mundo pensaría que el verdadero autor era él.

Al-Mansour, gracias al trabajo de guion de Emma Jensen y Conor McPherson, retrata con especial sofisticación las contradicciones de la joven, ese ansia por vivir y a la vez ese eterno pensamiento en la muerte, la soledad y la desolación, así como la compleja e intensa relación con Percy Shelley. Elegante y delicada, la cinta se posiciona como un relato biográfico de lo más interesante que tan solo pierde fuerza en los diálogos, más propios de una novela que del séptimo arte, y en ocasiones en el ritmo, demasiado lento en algunas escenas. Para suplir estas carencias la cinta cuenta con un elenco actoral plagado de caras conocidas. A la ya mencionada Elle Fanning, se le unen Maisie Williams (Arya en Juego de Tronos), Douglas Booth, Bel Powley, Tom Sturridge, Stephen Dillane y Joanne Froggat.

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