Los riesgos del bullying infantil y por qué es conveniente tratarlo cuánto antes

Lo que se conoce como “bullying” es la agresión o violencia, que puede ser psicológica o física, hacia personas por muchas razones, a menudo de índole sexual, identidad, nacionalidad, etnia, discapacidades, creencias religiosas o condición económica.

El bullying infantil, también considerado como bullying escolar, es la agresión o violencia psicológica o física que se produce en contra de un niño casi siempre en su escuela, producto de algunas razones como las citadas antes.

Aunque no es un problema nuevo, para muchas personas el bullying es difícil de comprender y mucho más aún de tratar adecuadamente. Contar con profesionales especialistas en el tema, como el gabinete de psicología Desirée Infante, puede marcar un antes y un después, beneficiando a la salud mental y a la confianza de los niños que lo sufren.

¿Qué encontrarás en este artículo?

Los notorios riesgos del bullying

Uno de los problemas alrededor del bullying es que muchas veces sus riesgos o sus principales daños son “invisibles” para la mayoría de las personas. Incluso, claro, al no saber cómo actuar o cómo pueden reaccionar sus padres, profesores y familiares, los niños tampoco saben cómo tratar el tema para no sufrir agresiones también producto de la misma incomprensión.

El bullying, por suerte, cada vez está más y mejor documentado. Hoy, por ejemplo, se reconocen muchos de sus efectos o riesgos a mediano y largo plazo:

  • Depresión y baja autoestima: los efectos más evidentes, en cuanto a salud mental y física, es la disminución del ánimo para las actividades que antes sí se preferían hacer, como acudir a la escuela, salir a divertirse con amigos y actividades afines. La razón es que se ha bajado la autoestima o se tienen síntomas de depresión.
  • Autoagresión: uno de los riesgos más complejos de tratar, y que se produce en los casos más graves de bullying infantil tiene que ver con la autoagresión, donde los refuerzos negativos han sido tan fuertes que los niños tienen la misma percepción de sí mismos, por lo cual se califican con muy bajo valor.
  • Rendimiento académico: el rendimiento en la escuela, o su disminución, no sólo es un riesgo con efectos devastadores a largo plazo, sino que también puede ser uno de los efectos que permitan notar que algo está ocurriendo en cuanto a sus relaciones personales en el ámbito académico.

¿Cómo puede un psicólogo ayudar a tratar el bullying infantil?

Ya antes se hablaba de por qué acudir cuánto antes a un gabinete de psicología Málaga puede resultar muy beneficioso. Y hay muchas razones para afirmarlo:

  • Apoyo emocional: para el niño, que es la única víctima de la situación. Los psicólogos cuentan con las herramientas, con el conocimiento y la experiencia para crear un ambiente donde los niños se sientan cómodos y seguros para hablar, para contar su versión, sus preocupaciones, y sentirse cuidados.
  • Estrategias: tanto para los padres, como para los propios niños. Recibir estrategias para afrontar la situación, para reforzar el autoestima y para saber responder a cada posible agresión, es una de las razones por las que un psicólogo es de utilidad.
  • Fomentar un entorno positivo: lastimosamente, los niños que sufren de bullying catalogan su entorno como negativo, haciendo que muchas de las actividades de cada día carezcan de valor. Gracias a las metodologías de un psicólogo, es posible crear un ambiente donde los niños tengan confianza y bienestar psicológico para considerar los aspectos positivos de su entorno, y reforzarlos.
  • Visibilizar el problema: muchas veces, los padres consultan con psicólogos porque no entienden el bajo rendimiento o el cambio de conducta de sus hijos. Y, en esas ocasiones, es donde se visibiliza el problema del bullying. Por eso, acudir cuanto antes puede dar mucho margen de maniobra para proceder y lograr resultados en menos tiempo.
  • Derivar a especialistas e integrar a la comunidad: un psicólogo puede ser el punto de partida para tratar un problema que puede ser mayor. Por eso, se derivará a un consejero escolar para mejorar el rendimiento, a un psiquiatra si el padecimiento estuviera avanzado; o bien, fomentar estrategias para que la comunidad escolar y familiar se integre mejorando así la condición del niño.

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