Cómo proteger nuestra segunda vivienda

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A todos nos aterroriza la posibilidad de sufrir un robo en nuestro hogar. La vulnerabilidad, la posibilidad de violencia y el instinto básico de protección nos impulsan a tomar medidas preventivas como pueden ser el acto de comprar una puerta blindada o cerrar bien las ventanas por la noche.

Sin embargo, existe la posibilidad de que este robo tenga lugar mientras nosotros no estamos en nuestro hogar, y de hecho, éste suele ser el “modus operandi” de la mayoría de ladrones, dado que así evitan que nadie llame a la policía o que la situación se les descontrole

Esto por supuesto es una eventualidad aislada, pues por lo general, un ladrón no tiene el suficiente control sobre nuestros horarios o nuestra vida privada como para saber qué noches no pasamos en casa.

Pero hay una casa a la que probablemente pasaremos mucho tiempo sin ir, siendo ésta el objetivo perfecto para cualquier ladrón mínimamente informado. Hablamos de nuestra segunda vivienda, la cual normalmente es difícil de visitar a menudo, y además, probablemente esté localizada en un barrio vacacional, el cual se suele quedar completamente desierto una vez terminan las vacaciones.

Los robos en estas casas suelen ser mucho mayores. Los ladrones no tienen ningún tipo de prisa, y tampoco tienen la necesidad de ser silenciosos, porque probablemente el resto de casas vecinas también estén vacías.

Por si fuera poco, nuestra segunda vivienda también corre otra serie de peligros, como quemarse sin que nos enteremos o que se corte la luz y se nos eche a perder la comida, en el caso de que la tengamos guardada allí para una escapada.

La única solución viable para esto, es entender la importancia de una alarma para tu segunda vivienda que se encargue de avisarnos en cualquiera de estos casos. La adaptabilidad y fiabilidad de estos sistemas son la principal razón de su creciente popularidad.

A continuación hablaremos de sus principales ventajas, así como de los patrones de robo y en qué meses hay un mayor volumen de éstos.

Robos

Es importante saber si nuestra segunda vivienda o aquella en la que vivimos de forma parte de este grupo de riesgo. Según datos del Ministerio de Interior somos conscientes de que en los últimos años han aumentado hasta tres veces más las posibilidades de sufrir un robo de carácter violento en nuestro hogar. 

Estos robos cubren un amplio rango de destrozos, desde la obvia sustracción de nuestras propiedades de valor hasta posibles actos de vandalismo y destrucción, que pueden y suelen alcanzar los miles de euros en gastos de reparaciones sin contar los bienes robados.

Sin embargo, no todos los domicilios corren el mismo peligro de verse sometidos a uno de estos robos, y esto se debe a las características demográficas de la zona. Un ejemplo de esto serían las casas pertenecientes a bloques de pisos.

Pese a que estas casas siguen corriendo un cierto riesgo, las probabilidades de que un robo suceda en ellas se ve notablemente disminuida por la cercanía de otras casas con vecinos, las medidas de seguridad intrínsecas que tenga implantada la propia comunidad y el hecho de que en una zona más urbana, el tiempo de reacción de la policía es menor.

De forma inversa, una residencia ocupada parcialmente, en medio de una zona de temporada alta y alejada de cualquier cuartel o comisaría policial es un jugoso blanco para un asaltante. Los asaltantes, además, buscan aquellos hogares que carezcan de alarma, pues la fechoría puede llegar a quedar completamente impune y encubierta durante meses, hasta la siguiente visita del dueño. En estos hogares se han dado casos de grupos de varios ocupantes que se quedan en las casas durante días, maltratando la propiedad.

Es por estas razones que la instalación de una alarma en una de estas viviendas es una verdadera prioridad, sobre todo si guardamos posesiones valiosas en ellas. Una alarma puede dar un aviso silencioso a la policía para que, en apenas unos minutos, se puedan presentar en la casa sin que los delincuentes se lleguen a enterar de qué ha sucedido.

Alarmas

Lo primero es dejar claro que el tipo de alarma más adecuada para nuestro hogar es aquella alarma que no deje ningún punto ciego. Está demostrado que con solo tener una alarma de intrusión cuya existencia sea visible desde el exterior, el riesgo de robo, hurto y vandalismo se reduce drásticamente.

Una característica particular que deberíamos buscar es que nuestra alarma tenga un CRA, una conexión a una central receptora de alarmas. Lo que esto implica, es que nuestra alarma estará conectada durante las veinticuatro horas del día a una centralita, a ser posible que no esté externalizada fuera de nuestro país de procedencia. Esta centralita recibirá una señal de aviso en el caso de que alguien haga saltar la alarma, permitiendo a los técnicos correspondientes que revisen las imágenes grabadas por las cámaras y confirmen o nieguen el robo.

Este tipo de sistema es el más funcional y el que mejores resultados ofrece con diferencia, pero existen otra serie de alarmas que podemos instalar en nuestro hogar. Están las previamente mencionadas alarmas de incendios, las cuales avisan automáticamente a los bomberos en cuanto se detecta un fuego, pero también nos avisan a nosotros mediante un mensaje telefónico.

Del mismo modo, una adquisición muy popular es el aviso de apagones. Cuando la corriente eléctrica se corta, existe el peligro de que haya sido cortada a propósito para entrar a nuestro domicilio sin activar las alarmas. Este aviso nos permite decidir si queremos enviar a alguien o ir nosotros mismos a revisar las inmediaciones, pero también nos permite tener una barrera extra contra los incansables intentos delictivos que cada día son más numerosos.

Por último, los sistemas de seguridad no se limitan a las alarmas, ofreciendo la opción de cerrar o abrir todas las entradas de nuestro hogar mediante una aplicación muy fácil de usar, así como un registro de quién ha usado cada entrada y a qué hora.

A día de hoy, la tecnología es tal que nos permite revisar las grabaciones de las cámaras en nuestro propio teléfono móvil.

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