All-in en juegos y estrategias para ejercitar la mente

El concepto y significado de eso que llamamos “mente” sigue suscitando una gran cantidad de debates y especulaciones, tanto en el ámbito puramente científico como en el de la divulgación filosófica. Para muchos profesionales, “la mente” constituye el conjunto de capacidades cognitivas que están a disposición de un sujeto concreto.

Del latín mens, sigue tratándose de una dimensión o fenómeno sumamente complejo, estrechamente ligado al concepto de pensamiento; y el pensamiento es también una capacidad, en este caso, la que tienen las personas a la hora de formar ideas y representaciones de la realidad en la mente, interrelacionando unas con otras.

En cualquier caso, cuando hablamos de mente y pensamiento, nos referimos a un conjunto de actividades y procesos que se desarrollan en la psiquis, tanto de forma consciente como inconsciente y, que son, en su eminente mayoría, de carácter cognitivo. Al fin y al cabo, estas son facultades y capacidades de ese maravilloso órgano que llamamos cerebro. El mismo que permite al ser humano recopilar información, analizarla y extraer conclusiones de ella.

El concepto de mente está también estrechamente vinculado al raciocinio, al entendimiento, la emoción, la imaginación y la memoria. De hecho, si nos paramos a pensarlo, todas nuestras habilidades cognitivas surgen de eso que llamamos mente.

Sea como fuere, en esta publicación nos gustaría hablaros de cómo podemos hacer que estas capacidades y habilidades se mantengan en un nivel alto y saludable gracias a juegos y estrategias.

Aquellas actividades en las que tenemos que poner en marcha procesos matemáticos mentales, como jugar poker online, o ajedrez, constituyen dos tipos de ejemplos muy claros de cómo nuestra mente realiza hipótesis sobre escenarios futuros para superar los obstáculos del juego. Esta actividad resulta fundamental a la hora de ejercitar nuestras capacidades cognitivas, no solo por la necesidad de manejar la probabilidad, sino por el ejercicio que hacemos con la imaginación y la memoria. Sin lugar a dudas, tanto el póker como el ajedrez con excelentes ejercicios, especialmente si los tomamos en serio, para mantener fresca nuestra mente.

Existen otros juegos tradicionales, como los sudokus, en los que se ejercita de forma más específica el pensamiento matemático. Como sabréis, los sudokus se fundamentan en rellenar cuadrículas de 9 x 9 celdas (81 cuadrículas en total), subdividas en cuadrículas de 3 x 3 (llamadas, normalmente, “regiones” o “cajas”) con las cifras del 1 al 9 partiendo de números que ya aparecen en algunas celdas. Cada número de la solución solo aparece una vez en cada fila o columna, y una vez en cada subcuadrícula. El matemático Gary McGuire ha demostrado que no es posible plantear un sudoku con una solución única (que es como supuestamente como debe hacerse) si no hay un mínimo de 17 cifras ya escritas en él.

Juegos como “encuentra las parejas” o el Quién es quién son clásicos que apelan a la memoria para ejercitar la mente. A grandes rasgos, se basan en la memoria visuoespacial (especialmente en los juegos de cartas fundamentados en encontrar parejas) y en la capacidad de crear hipótesis y recordar los errores (especialmente en el Quién es quién). Para aquellos que no lo conozcáis, los juegos de cartas se fundamentan en desplegar sobre una mesa un conjunto de parejas de cartas iguales, girarlas después de unos segundos mirándolas e intentar dar la vuelta a las parejas por orden.

Los juegos de palabras son otro clásico. El primero de los jugadores dice una palabra, siendo el segundo de los jugadores quien tiene que decir otra palabra que comience por la última sílaba de la palabra previa, y así consecutivamente. Si somos amantes del lenguaje, podemos complicar la dinámica del juego obligando a que las palabras pertenezcan a determinados ámbitos temáticos o familias léxicas; e incluso podemos obligar a crear una historia con (cierto) sentido. De esta forma estimulamos la agilidad y el procesamiento mental, además, claro está, de la creatividad.

Las adivinanzas, los jeroglíficos y los dilemas, son, sin lugar a dudas, algunos de los juegos mentales con más prestigio y que más han calado en nuestra sociedad a lo largo de la Historia. Como la dificultad puede variar considerablemente de unos a otros, son apropiados para todo tipo de personas y gustos. A grandes rasgos, se parte del uso de la lógica y de la creatividad del jugador. Además, son los grandes entrenadores del pensamiento lateral, especialmente cuando no tienen una solución simple o evidente. Algunos, de hecho, no tienen una sola solución, o una solución correcta o incorrecta, y pretenden que el jugador genere estrategias y vías diferentes de solución.

Los puzzles constituyen otra alternativa fundamental si lo que nos interesa es mantenernos ágiles de mente. Con los puzles, y con cualquier tipo de juego parecido, ejercitamos las capacidades visuoespaciales y manipulativas, pues tenemos que cambiar la situación de piezas de forma que encajen. De nuevo, existen puzles de miles de piezas y otros de solo unas decenas, por lo que la dificultad varía enormemente en función a las preferencias del jugador. Incluso existen puzles en 3D, como el famoso Rubik, que ofrece la friolera de 43 trillones de combinaciones.

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Las alternativas, ciertamente, son infinitas: encuentra tu símbolo, encuentra las diferencias, elabora una historia, debates, recuentos memorísticos… y eso sin hablar de lo que ha traído consigo la revolución digital.

De lo que no cabe duda, y esto es algo muy estudiado, es que la plasticidad cerebral, el mantenimiento cognitivo e incluso la mejoría y cuidado paliativo de algunas patologías cerebrales tienen una relación directa con cuánto ejercitamos nuestra mente, y este tipo de juegos y estrategias pueden hacer que nos mantengamos ágiles más tiempo.

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