Cómo abrir la mente de un asesino

Las técnicas de la psicología pueden ayudar a encontrar a criminales y a reconstruir las motivaciones de sus actos.

¿ Qué puede llevar a alguien a ordenar asesinar brutalmente a un grupo de personas que incluye a una embarazada de 8 meses ?

¿ O a violar, asesinar, quemar y atropellar a una deficiente mental ?

Cuando nos enfrentamos a horrores como los crímenes ideados por Charles Manson o el cometido por los tres asesinos de Sandra Palo, lo primero que nos cuestionamos es el estado mental de estas personas.

La respuesta incide directamente en el destino de los delincuentes.

Asuntos internos 


Quienes se encargan de arrojar luz sobre este punto, a través de la elaboración de informes periciales solicitados por el juez, son los psicólogos forenses. Su función en estos casos consiste en determinar “si una persona es responsable o semirresponsable del delito, o si hay motivaciones que han podido atenuar esa responsabilidad.” Ahí es nada.

Los aperos con que se adentran en esta labor empiezan por el estudio exhaustivo del expediente judicial: si el acto se ha cometido a sangre fría, de forma organizada o desorganizada y cómo era el escenario del crimen proporcionan una información básica.

Y a partir de ahí, comienzan con la aplicación de herramientas propias de un psicólogo clínico: el estudio de informes de otros especialistas, la entrevista clínica, la observación, los tests de personalidad y ciertos cuestionarios específicos para determinados rasgos.

Algunos de ellos deparan auténticas sorpresas sociológicas. Los tests baremados con escalas de sinceridad que utilizan los expertos reflejan que los delincuentes comunes mienten menos que las personas en procesos de divorcio.
Una vez obtenidos todos los datos, se cruzan en un estudio cuya conclusión debe determinar “si una persona puede elegir entre hacer algo o no.

Quien actúa movido por el delirio no tiene capacidad de elección, pero quien lo hace por venganza, o porque quiere, sí la tiene”. En general, las psicosis no pueden imputarse, aunque “Sólo el 10% de los delitos son cometidos por enfermos mentales, si bien suelen ser muy espectaculares. Un caso claro fue el de la doctora Noelia de Mingo”.

En el 90% restante hay autores con trastornos de personalidad, en los que la responsabilidad es más difícil de dilucidar. Algunos grados de psicopatía, o adicciones como la ludopatía, son controvertidos.

Y a veces es incluso difícil diferenciar la existencia o no de enfermedad mental. En el caso del asesino del rol se produjo una controversia entre peritos acerca de si era un enfermo mental, en cuyo caso habría ido al psiquiátrico, o un psicópata responsable de sus actos que debía ir a prisión.  El Tribunal Supremo admitió esta última opción.

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